El Viaje de Brown’s Band from Dixieland: Los Primeros Pasos del Jazz en Chicago


  


En mayo de 1915, una pequeña banda de músicos blancos de Nueva Orleans, conocida como Brown’s Band from Dixieland , emprendió un viaje que marcaría uno de los primeros capítulos en la expansión del jazz fuera de su ciudad natal. Lo que empezó como un arriesgado experimento terminó convirtiéndose en un hito que anticipaba el futuro del género.

El 17 de mayo de 1915, la banda—compuesta por Ray Lopez (corneta), Arnold Loyocano (contrabajo), Billy Lambert (batería), Tom Brown (trombón) y Larry Shields (clarinete)—se presentó por primera vez en el Lamb’s Café de Chicago. Este debut, sin embargo, estuvo lejos de ser triunfal. Según relató más tarde Lopez, el público norteño se mostró desconcertado ante los sonidos frenéticos y la improvisación característica de la música "hot" de Nueva Orleans. Lejos de bailar, los clientes simplemente observaban, ajenos al espíritu festivo que impregnaba los clubes de su ciudad natal.

Durante seis noches, la banda intentó convencer al público de participar, sin éxito. Todo cambió cuando una compañía itinerante de vodevil ocupó unas mesas en el club. Atraídos por el ritmo electrizante, los artistas se levantaron y comenzaron a bailar con entusiasmo. Este acto de espontaneidad contagió al resto del público, y, como si se tratara de un milagro, el Lamb’s Café se transformó en un hervidero de energía y baile. De repente, la música de Nueva Orleans había encontrado su lugar en Chicago.

El jazz, aún en su infancia, había iniciado su conquista del norte. Si bien el contrato en el Lamb’s Café terminó cuando el club cerró por reformas, la experiencia fue suficiente para abrir un camino que otros seguirían. En los años siguientes, Chicago se convertiría en un segundo hogar para el jazz, atrayendo a figuras legendarias como King Oliver, Louis Armstrong y Jelly Roll Morton.

A pesar de este éxito, la Brown’s Band from Dixieland no duró mucho después de su regreso a Nueva Orleans. Como muchas de las bandas de la época, enfrentaban dificultades económicas y un entorno laboral inestable. Sin embargo, su breve paso por Chicago dejó una marca indeleble, demostrando que el jazz tenía el poder de cruzar fronteras geográficas y culturales.

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