Frank Amacker: Una Voz Olvidada del Jazz de Nueva Orleans
Frank Amacker: Una Voz Olvidada del Jazz de Nueva Orleans
Frank Amacker formó parte
del vibrante ecosistema musical de Nueva Orleans a principios del siglo XX, una
época crucial para el surgimiento del jazz. Aunque no se le reconoce como una
figura central en la evolución del género, su trayectoria ofrece un testimonio
valioso sobre el ambiente en el que el jazz tomó forma.
El ambiente en el que
Frank Amacker creció era único. Nueva Orleans, a finales del siglo XIX y
principios del XX, era un crisol cultural donde convergían tradiciones
musicales africanas, europeas y caribeñas. El "Distrito", conocido
también como Storyville, era el epicentro de esta mezcla: prostíbulos, salones
de baile y bares llenaban las calles con el sonido de bandas de metales, pianos
y guitarras. Fue aquí donde Amacker comenzó a tocar música a los 16 años,
formando parte de un ambiente donde el jazz se gestaba, aunque aún no tenía ese
nombre.
comenzó su carrera como
pianista, aunque más tarde incorporaría la guitarra a su repertorio. Según sus
propias palabras, su primer maestro formal fue el profesor Henry Nickerson en
Southern University, quien le enseñó no solo piezas clásicas, sino también la
importancia de las escalas como base de la música. Sin embargo, Amacker ya
tocaba en bandas antes de recibir esta formación, y se consideraba un prodigio.
Su técnica era
innovadora: tocaba la guitarra sin púa, utilizando únicamente los dedos, y
podía interpretar melodías mientras se acompañaba simultáneamente. Esta
habilidad lo distinguía de otros músicos y reflejaba el enfoque autodidacta y
experimental que caracterizó a muchos de los pioneros del jazz.
El círculo musical de
Amacker incluyó a figuras emblemáticas como "Papa" Celestin, A.J.
Piron y Manuel Pérez, líderes de bandas que marcaron el desarrollo del jazz
temprano. Además, tuvo una conexión cercana con Tony Jackson, considerado uno
de los pianistas más importantes de Nueva Orleans y un puente entre el ragtime
y el jazz. Jackson, famoso por su virtuosismo y su composición "Pretty
Baby", era una fuente de inspiración para Amacker, quien lo describió
como "uno de los mejores artistas de entretenimiento en solitario que el
mundo haya conocido".
Amacker trabajó en varios
de los lugares más emblemáticos del Distrito, como el 101 Ranch y Tom
Anderson’s. Estos escenarios no solo eran lugares de entretenimiento, sino
laboratorios musicales donde los pianistas improvisaban, mezclaban géneros y,
sin saberlo, ayudaban a definir el lenguaje del jazz.
A pesar de haber
compartido escenarios con figuras prominentes y de haber formado parte activa
del vibrante circuito musical de Nueva Orleans, Frank Amacker no alcanzó la
fama ni el reconocimiento de muchos de sus contemporáneos. Su historia, sin
embargo, resalta la importancia de los músicos "anónimos" que
ayudaron a moldear el jazz desde sus raíces más humildes.
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