Ritmo y Racismo: La Historia de los Minstrel Shows en la Música Americana
Los Minstrel Shows fueron el primer espectáculo musical genuinamente norteamericano. Surgieron a principios de la década de 1830 y se mantuvieron populares hasta bien entrado el siglo XX. Estos espectáculos consistían en una caricaturización exagerada de los afroamericanos, presentándolos como personajes perezosos, de poca inteligencia y felices con su situación. Las compañías itinerantes realizaban números musicales, bailes y sketches cómicos que reforzaban estereotipos racistas con un fuerte componente paternalista.
El género se originó en la década de 1830 con Thomas Dartmouth “Daddy”
Rice, un actor blanco que interpretaba al personaje de Jim Crow, un esclavo
viejo y cojo, maquillado con blackface. Este recurso teatral —blancos
pintándose la cara de negro— ya existía, pero fue Rice quien lo popularizó a
gran escala.
Para la década de 1840, las compañías itinerantes de minstrel ya gozaban de
una aceptación masiva. Estaban formadas exclusivamente por hombres blancos que
imitaban y parodiaban a los esclavos sureños. A partir de la década de 1870,
algunas compañías comenzaron a incluir mujeres, coincidiendo con la formación
de grupos de minstrels negros.
Con la abolición de la esclavitud en 1865, surgieron compañías de minstrels
formadas por afroamericanos. Paradójicamente, estos artistas también usaban
maquillaje de blackface, imitando a los blancos que, a su vez,
caricaturizaban a los negros. Sin embargo, estas compañías introdujeron
elementos de crítica social y humor más sutil dirigido hacia la sociedad
blanca.
A finales del siglo XIX, los espectáculos de minstrel negros comenzaron a
diferenciarse en términos musicales, incluyendo repertorios con blues, work
songs y espirituales. Aunque estos
elementos se mezclaban con el humor autoparódico del género, reflejaban la
riqueza de la cultura afroamericana.
En la década de 1920, los minstrel shows comenzaron a decaer, desplazados
por el vaudeville, un tipo de espectáculo de variedades que incluía músicos,
comediantes, magos y bailarinas. Aunque el vaudeville heredó algunos aspectos
de los minstrel shows, eliminó progresivamente los elementos más ofensivos y
ganó protagonismo femenino.
A pesar de la decadencia, algunas compañías de minstrel continuaron hasta
los años 50. Durante su auge, el género formó a numerosos músicos, algunos de
los cuales se convirtieron en figuras destacadas dentro del jazz y el blues.
El espectáculo de los minstrels evolucionó a lo largo de los años, y aunque
el contenido variaba según la compañía, la estructura básica de la
representación era idéntica.
Las funciones se anunciaban con antelación en los periódicos locales y
mediante carteles en las calles. Para atraer al público, se realizaba un
vistoso pasacalles en el que participaban todos los artistas vestidos con ropas
llamativas: fracs de colores brillantes, botones dorados, zapatos elegantes, y
la banda de músicos, que detenía el desfile en la plaza mayor para interpretar algunos
temas. Luego, continuaban hasta las puertas del teatro, donde se vendían las
entradas en un ambiente festivo amenizado por la música.
Los espectáculos de minstrels, tanto de compañías blancas como negras,
habían evolucionado desde sus orígenes en 1840 y se consolidaron en tres actos
durante el siglo XX.
PRIMER ACTO: Los artistas se situaban en el escenario en fila, con los
músicos al fondo. Un personaje destacado, el “Mr. Interlocutor”, se sentaba en
el centro y hacía de maestro de ceremonias, anunciando los números y guiando la
actuación. Los cómicos más populares eran Brother Bones y Brother Tambo,
quienes utilizaban un inglés mal hablado y exagerado para provocar la risa. Los
cómicos no solo actuaban y hacían gags, sino que también cantaban, bailaban y
tocaban instrumentos. Entre los chistes y canciones, Mr. Interlocutor mantenía
el equilibrio y buscaba agregar un toque de sensatez.
SEGUNDO ACTO: Este acto era una miscelánea en la que los artistas mostraban
sus habilidades individuales o en grupo, con el apoyo de la orquesta. En este
segmento, surgieron el tap y el claqué, influenciados por los bailes
tradicionales europeos y adaptados por los esclavos negros. Había también
acróbatas, monólogos y canciones sentimentales. Este acto solía terminar con un
discurso de alguno de los cómicos, a menudo sobre temas de actualidad.
TERCER ACTO: El tercer acto solía presentar una obra teatral ambientada en
una plantación del Sur, con canciones y situaciones cómicas basadas en el
estereotipo del "negro feliz". A veces, este acto se ambientaba en
contextos más exóticos. Los actores interpretaban personajes arquetípicos como
la madre protectora, el anciano, el dandy, el tonto, etc. La orquesta ya no
estaba en el escenario y, en ocasiones, los artistas cantaban a capela un
espiritual tradicional. Este acto fue precursor de los musicales de Broadway.
En las últimas décadas de los minstrels, se incorporó un número de “walk
around” que evolucionó al “cakewalk”, un baile de parodia que los esclavos
negros hacían de los bailes de sus amos blancos. Este número de baile era muy
popular en los espectáculos.
El repertorio musical de los minstrels incluía canciones tradicionales del
Sur, pero en los dos primeros actos, las canciones eran principalmente
composiciones originales, a menudo de autores de Tin Pan Alley. Entre los
éxitos más conocidos de los minstrels están Oh Susana (1848), Old Folks at Home
(1851), Dixie’s Land (1860), entre otros.
Las coon songs, un fenómeno musical paralelo, representaban una versión más
cruel y estereotipada de la imagen del negro. Aunque a menudo cómicas, estas
canciones describían a los afroamericanos de manera negativa, proyectándolos
como violentos, borrachos o tramposos. Las coon songs tuvieron un éxito masivo
en su época, a pesar de la evidente carga racial y peyorativa. Autores como
Ernest Hogan, un pionero del ragtime, contribuyeron al auge de este género.
Aunque las coon songs se popularizaron en Broadway y más allá, eventualmente
fueron perdiendo popularidad al entrar el siglo XX, cuando comenzaron a surgir
críticas hacia su contenido.
Fuente : Carles
“Tocho” Gardeta, 2013 –Las Rutas del jazz .Marcelo Bettoni


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