El Primer Disco de Jazz: Entre el Estruendo, la Controversia y el Nacimiento de una Revolución Musical

 



El 26 de febrero de 1917, un grupo de cinco músicos blancos se reunió en los estudios de la Victor Talking Machine Company en Nueva York y, con gran estruendo, hicieron historia. Aquella sesión dio lugar a la grabación de “Livery Stable Blues”, con “Dixie Jass One-Step” en el lado opuesto de un disco de 78 rpm. Este registro, objeto de interminables debates, es considerado por muchos como el primer disco de jazz publicado.

La banda responsable de esta grabación se llamaba Original Dixieland Jass Band (ODJB), aunque poco después cambiaron la palabra “jass” por “jazz”. En aquella época, el término se escribía de diversas maneras: jas, jass, jaz, jazz. Liderados por el cornetista siciliano-estadounidense Nick LaRocca, el grupo incluía a Eddie Edwards en el trombón, Larry Shields en el clarinete, Henry Ragas al piano y Tony Sbarbaro en la batería.

La ODJB se había establecido poco antes en el Café Reisenweber, un elegante restaurante en la Octava Avenida, cerca de Columbus Circle, que hoy alberga el Jazz at Lincoln Center. Tal era el furor de sus presentaciones que su contrato, originalmente breve, fue extendido a 18 meses. Con sus extravagantes trucos publicitarios y la inclusión del término jazz en su nombre, la ODJB ocupa un lugar especial—y complicado—en la historia de la música estadounidense. Sin embargo, fue una banda blanca la que hizo la primera grabación de jazz. Años más tarde, LaRocca indignaría a muchos con comentarios racistas y su absurda afirmación de que había “inventado” el jazz.

Las compañías discográficas, salvo excepciones como el cantante Bert Williams o el director de orquesta James Reese Europe, ignoraban a los músicos afroamericanos. No fue hasta la década de 1920 que las discográficas descubrieron un mercado creciente de consumidores, principalmente afroamericanos, interesados en música negra.

Algunos expertos sugieren que el honor del “primer disco de jazz” debería recaer en el cuarteto afroamericano Versatile Four, que grabó “Down Home Rag” de Wilbur Sweatman en 1916, o en el propio Sweatman, quien ese mismo año registró una versión de la pieza con un enfoque improvisado. Otros consideran que buscar un “primer disco” es una tarea fútil y prefieren hablar de una transición gradual del ragtime al jazz en los años previos a 1917.

Según la leyenda, el cornetista afroamericano Freddie Keppard habría recibido una oferta de la Victor Talking Machine Company para grabar en 1915, pero la rechazó, ya sea por temor a que le robaran sus ideas o por negarse a tocar sin compensación adecuada. Así, el destino cayó en manos de la ODJB.

Aunque las grabaciones de la ODJB carecían de improvisación genuina, el grupo compensaba con energía y novedad, algo que el público estadounidense encontró irresistible. Se estima que “Livery Stable Blues” vendió más de un millón de copias, un logro notable para la época. Las grabaciones de la ODJB, con efectos de sonido novedosos—como imitaciones de animales—y un estilo sincopado, transformaron la música popular. Según el historiador de jazz Dan Morgenstern, su impacto puede compararse con el de Elvis Presley en los años 50. Sin embargo, su éxito también marcó el inicio de un debate cultural sobre la apropiación y comercialización del jazz.

El advenimiento de las grabaciones transformó radicalmente el género. La tecnología permitió capturar las improvisaciones efímeras del jazz, pero también desconectó la música de su contexto original—los clubes, cafés y salones de baile—, privando a los oyentes de experiencias culturales esenciales como la interacción entre músicos y público.

A pesar de estas limitaciones, el éxito del jazz grabado cimentó el género en la cultura popular, lo internacionalizó y sentó las bases para su enseñanza formal y su preservación como arte.

Por Marcelo Bettoni

 


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