Frank Tirro: Un Arquitecto del Estudio del Jazz
En el vasto universo del jazz, hay nombres que, aunque no se encuentren bajo los reflectores del escenario, han sido fundamentales para construir los cimientos sobre los cuales hoy comprendemos y celebramos este género. Frank Pascale Tirro (1938–2023) es uno de esos arquitectos invisibles, cuya labor académica, musical y humanista transformó la manera en que entendemos la historia del jazz y su impacto cultural.
A finales de los años sesenta, pocos académicos
consideraban al jazz como un tema digno de los más altos niveles de estudio
musicológico. Tirro, entonces un joven investigador con una visión amplia,
rompió con este prejuicio al publicar “The Silent Theme Tradition in Jazz” en The
Musical Quarterly (1967). Este trabajo no solo posicionó al jazz como un
campo legítimo de análisis dentro de la música occidental, sino que también
subrayó su complejidad estructural y su rica tradición cultural.
Su libro Jazz: A History (1977) consolidó su lugar
como pionero del estudio del jazz. Este texto no solo exploraba los orígenes
del género, sino que lo situaba en el contexto más amplio de las luchas
sociales, especialmente las de los músicos afroamericanos. Con ediciones
posteriores y traducciones a varios idiomas, la obra sigue siendo un referente
indispensable.
Tirro no se limitó a documentar el jazz; buscó honrar y
reivindicar a los músicos que lo hicieron posible. Desde sus estudios sobre
Miles Davis y el movimiento cool jazz hasta su biografía ilustrada de
James Hembray Wilson, Tirro destacó las voces que habían sido relegadas o
invisibilizadas. Fue un defensor incansable de la idea de que el jazz no es
solo música, sino un testimonio vivo de la experiencia afroamericana y un
regalo cultural universal.
La vida de Tirro fue un delicado equilibrio entre la
academia, la composición y la interpretación musical. Como decano de la Escuela
de Música de Yale (1980–1989), demostró una habilidad excepcional para liderar
en tiempos difíciles, defendiendo los intereses de estudiantes y profesores por
igual. Sin embargo, a pesar de sus responsabilidades administrativas, siempre
encontró tiempo para tocar el clarinete y el saxofón, instrumentos que lo
conectaban con las raíces vivas del jazz.
Asimismo, es recordado no solo por sus logros académicos
y artísticos, sino también por su humildad y generosidad. Fue un colaborador
prolífico, con contribuciones que abarcaron desde el renacimiento italiano
hasta biografías de grandes del jazz en enciclopedias de prestigio. Como
compositor, recibió premios y distinciones, mostrando una creatividad que
traspasaba los géneros.
Hoy, cuando escuchamos un solo de saxofón o reflexionamos
sobre el impacto social del jazz, estamos caminando por las sendas que Tirro
ayudó a trazar. Su obra es un recordatorio de que el jazz no solo se toca y se
escucha; también se estudia, se vive y se celebra como una manifestación del
alma humana. Por Marcelo Bettoni.
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