Jazz entre Sombras: La Trágica Historia de los Cabarets de Nueva Orleans
El 1907 marca un punto de quiebre en la historia del jazz, con la entrada de Buddy Bolden en el East Louisiana State Hospital, un hecho que dejó una huella indeleble en la música de Nueva Orleans. Bolden había forjado un estilo único en su corneta, el cual no solo reflejaba la emoción y la energía de la ciudad, sino que representaba el germen del sonido que definirá el jazz en décadas futuras. Aquel estilo , basado en una estructura improvisada y rítmica-big four -, se había infiltrado en los cabarets y los salones de baile, transformando la escena musical de Nueva Orleans.
Este
estilo, que fusionaba blues, ragtime y la marcha, comenzaba a despegar en los
círculos musicales locales. Jóvenes trompetistas como Freddie Keppard y Joe
Oliver no solo adoptaron las ideas de Bolden, sino que las transformaron y las
llevaron al siguiente nivel, adaptando sus propias variaciones de canciones
como If You Don’t Shake, Don’t Get No Cake, de Bolden. Con ello,
hicieron del distrito de los cabarets, un epicentro de experimentación y
vitalidad musical.
El
distrito restringido de Nueva Orleans, con sus cabarets a lo largo de Iberville
Street (entonces conocida como Custom House Street), era el corazón pulsante de
la música de la ciudad. Lugares como Huntz’s y Hanan’s se llenaban con el
bullicioso y veloz ritmo de las bandas de jazz, pero también con la presión
constante de la autoridad. El toque de queda imponía restricciones al volumen
de las bandas, lo que llevó a los músicos a crear una técnica única de mutear
el sonido de sus instrumentos, utilizando sordinas improvisadas. La innovación
fue particularmente notable en los trompetistas de la ciudad: Keppard, por
ejemplo, usaba su bombín como sordina, mientras que Oliver fue más allá,
desarrollando una técnica propia que se convertiría en un elemento distintivo
del sonido de Nueva Orleans.
A lo
largo de esta época, la música fue un reflejo de las tensiones sociales y
económicas que marcaban la vida en el barrio. La competencia entre los clubes
de baile no solo era musical, sino también personal. La rivalidad entre Billy
Phillips, dueño del 101 Ranch, y Harry Parker, propietario del Tuxedo Dance
Hall, fue una de las manifestaciones más dramáticas de este conflicto. La pelea
entre ambos hombres culminó en una tragedia el Domingo de Pascua de 1913,
cuando Phillips fue asesinado en un tiroteo dentro del Tuxedo. Este evento,
además de conmocionar a la ciudad, subrayó el contexto de violencia y las
complejas relaciones sociales que coexistían con la música en el distrito.
La
cobertura del incidente por parte de The Picayune refleja el contraste
entre la fascinación pública por la vida nocturna de la ciudad y el desdén
hacia el caos y la criminalidad que la acompañaban. La respuesta de la policía
fue rápida y drástica: el cierre de los salones de baile, aunque los burdeles
volvieron a abrir sus puertas rápidamente. Sin embargo, el cierre de los
cabarets significó el fin de una era para muchos músicos locales. Varios de
ellos, incluidos Manuel Manetta y George Filhe, abandonaron la ciudad en busca
de mejores oportunidades en el norte, especialmente en Chicago, donde el jazz
seguiría evolucionando en nuevas formas.
Este
evento no solo marcó una pérdida para la comunidad de músicos, sino que también
simbolizó el fin de una etapa crucial en el nacimiento del jazz. Sin embargo,
la influencia de este periodo nunca desapareció, y sus ecos se siguen
escuchando en la música que define el jazz hasta el día de hoy.
Por
Marcelo Bettoni
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