La Era de las Big Bands: El Auge y la Revolución del Swing. Parte 3
La Era de
las Big Bands: El Auge y la Revolución del Swing. Parte 3
Las Big
Bands no solo dejaron su huella en Estados Unidos, sino que también encontraron
un terreno fértil en Europa, aunque con matices estilísticos propios. Un
ejemplo emblemático es la banda de Ted Heath, que alcanzó una gran popularidad
tanto en Inglaterra como en Estados Unidos. Durante los años de la Segunda
Guerra Mundial, tres bandas británicas se ganaron la admiración y el cariño de
las tropas estadounidenses: The Squadronaires (oficialmente conocida como la
R.A.F. No. 1 Dance Band), Geraldo and his Orchestra, y The Heralds of Swing.
Sin
embargo, uno de los aspectos más sorprendentes de esta época fue la existencia
de bandas de swing en la Alemania nazi, a pesar de la prohibición del jazz y de
cualquier otra música que el régimen consideraba "degenerada" por su
asociación con músicos afroamericanos y judíos. Bandas como las de Horst Winter
y Bennie de Weile no solo grababan discos, sino que también realizaban
numerosas transmisiones radiales. Muchas de sus versiones eran adaptaciones
directas de emisiones de la BBC y de transmisiones estadounidenses de artistas
como Artie Shaw, Jimmie Lunceford, Duke Ellington, Benny Goodman y Harry James,
a quienes el régimen despreciaba públicamente.
Paradójicamente,
aunque el jazz estaban oficialmente prohibidos en la Alemania nazi, el régimen
los utilizó con fines propagandísticos, especialmente en transmisiones
dirigidas al personal aliado. Mientras tanto, en el resto de la Europa ocupada,
el jazz y el sonido de las Big Bands fueron prácticamente erradicados hasta la
liberación. No es casualidad: los regímenes totalitarios, tanto de derecha como
de izquierda, han rechazado históricamente este tipo de música, prohibiéndola
junto con cualquier otra forma de expresión que no encaje en su visión del
"orden" y la conformidad. En esencia, el jazz es la música de la
libertad, lo que lo convierte en una amenaza para los sistemas autoritarios.
Los
orígenes del jazz son ampliamente conocidos, pero su fusión con las grandes
orquestas de baile dio lugar a la era de las Big Bands. En sus inicios, estas
agrupaciones tenían propósitos militares o sociales: algunas estaban destinadas
a marchar, mientras que otras nacieron para el baile. En Nueva Orleans, las
bandas de marcha sincopadas desarrollaron ritmos tan contagiosos que, en lugar
de ser simplemente marchados, comenzaron a ser bailados. De este fenómeno
surgió el two-step, un baile ideal para acompañar los insistentes ritmos del
ragtime y el dixieland.
Por otro
lado, la gran orquesta de baile, una invención más "civilizada" de
Europa, tenía la función de producir música bien orquestada, lo suficientemente
agradable y discreta para que la sociedad respetable pudiera bailar. Su origen
se remonta a más de un siglo antes de la era de las Big Bands, en Viena, donde
el vals (de origen alemán) se convirtió en la sensación de la clase media y
alta.
El vals
poseía un ritmo insistente y una estructura melódica sensual. Por primera vez,
un hombre y una mujer podían sostenerse en público y moverse juntos en una
serie de giros elegantes, acompañados por el sonido de grandes orquestas con
cuerdas exuberantes y un ritmo que, para su época, se consideraba provocador.
En aquellos tiempos, solo en la intimidad del matrimonio se permitía a las
parejas respetables estar tan cerca.
Las
orquestas de vals fueron, en cierta medida, las precursoras de las Big Bands.
Compositores como Franz Lehár y Richard Strauss proporcionaban cada año nuevo
material, de la misma manera en que, en la era del swing, arreglistas y
compositores escribían para las Big Bands.
Después
del cambio de siglo, algunos innovadores músicos afroamericanos combinaron los
ritmos sincopados de las bandas de metal del ragtime con la precisión y el
refinamiento de las grandes orquestas de baile. Uno de los pioneros en este
cruce de estilos fue James Reese Europe, quien en 1913 llamó la atención de los
célebres bailarines Vernon e Irene Castle. Eventualmente, se convirtió en el
director musical de los Castle, una asociación que resultó inmensamente popular
y llegó a generar hasta 31.000 dólares semanales. América entera imitaba los
pasos de los Castle, bailando el Two-Step y el Castle Walk en los salones de
baile, y más importante aún, comprando los discos de "Jim Europe and His
Society Orchestra" publicados por la discográfica Victor.
Durante
la Primera Guerra Mundial, Europe fue comisionado para organizar la banda del
Regimiento 369, conocido como los "Hellfighters". La banda realizó
numerosos conciertos para las tropas aliadas en Europa, desempeñando un papel
similar al que tendría la banda de Glenn Miller 25 años después. Fue gracias a
estos músicos que el jazz llegó por primera vez a Francia y otras partes de
Europa, donde alcanzó una popularidad comparable a la que tenía en Estados
Unidos.
Las Big
Bands no solo fueron una expresión artística de su tiempo, sino también un
símbolo de la resistencia cultural ante los intentos de censura y represión. Su
impacto sigue resonando en la historia del jazz, recordándonos que la música,
en su esencia más pura, siempre encuentra la manera de prevalecer. Por Marcelo
Bettoni
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