La Era de las Big Bands: El Auge y la Revolución del Swing. Parte 5
El auge de las Big Bands en la década de 1930 marcó
uno de los períodos más vibrantes en la historia del jazz. Durante esos años,
el swing se convirtió en la banda sonora de una generación, llenando salones de
baile y teatros con el poder de grandes orquestas dirigidas por figuras
legendarias como Duke Ellington, Benny Goodman y Count Basie. Sin embargo, a
finales de la década de 1940, esta era gloriosa comenzó a desvanecerse, dando
paso a un nuevo panorama musical.
No existe una fecha exacta para el final de la era
de las Big Bands, pero diciembre de 1946 fue un punto de inflexión. En ese mes,
orquestas icónicas como las de Benny Carter, Jack Teagarden, Les Brown, Ina Ray
Hutton, Harry James, Woody Herman, Tommy Dorsey y Benny Goodman se disolvieron.
Aunque algunos músicos reorganizaron sus bandas y otros, como Goodman,
reunieron grupos ocasionalmente, el esplendor del swing nunca volvió a ser el
mismo.
Uno de los factores determinantes en esta
transformación fue la Segunda Guerra Mundial. Durante el conflicto, muchos
músicos fueron reclutados o se enlistaron voluntariamente en las fuerzas
armadas. Glenn Miller y Larry Clinton se unieron a la Fuerza Aérea, mientras
que Claude Thornhill, Orrin Tucker, Artie Shaw y Eddy Duchin ingresaron en la
Marina. Bandas enteras, como la de Clyde McCoy, se enlistaron como unidad.
Algunos músicos dirigieron bandas dentro del servicio, mientras que otros
participaron en combate, como Saxie Dowell, quien sobrevivió al ataque al
portaviones USS Franklin en 1945.
Otro factor crucial fue el racionamiento de
gasolina durante la guerra, que dificultó las giras y provocó el cierre de
muchas salas de baile y clubes en las afueras de las ciudades. Si bien las
bandas continuaron tocando en bases militares y algunas obtuvieron contratos
con la USO para giras en el extranjero, la industria musical comenzó a cambiar.
En 1942, la huelga de grabaciones liderada por la
Federación Estadounidense de Músicos afectó gravemente a las Big Bands. Durante
más de un año, los músicos dejaron de grabar, lo que redujo la disponibilidad
de nuevos discos y debilitó la conexión con el público. Mientras tanto, los
cantantes, que no estaban sujetos a la huelga, comenzaron a ganar protagonismo.
Frank Sinatra, por ejemplo, se convirtió en la estrella del momento, atrayendo
multitudes incluso mayores que las de las grandes orquestas.
Los gustos del público también evolucionaron.
Durante la guerra, hombres y mujeres separados por el conflicto encontraron
consuelo en baladas melancólicas en lugar del enérgico sonido del swing.
Canciones interpretadas por Dinah Shore o Sinatra reflejaban mejor las
emociones de una generación marcada por la incertidumbre. Para finales de los
años 40, la era del swing había quedado atrás.
A pesar de su declive, las Big Bands dejaron una
marca imborrable en la historia del jazz. Su impacto se extendió  incluso las orquestas modernas que continúan
explorando este formato. Figuras como Duke Ellington y Count Basie lograron
adaptarse y evolucionar, manteniendo vivo el espíritu del swing en nuevas
formas.
Hoy en día, las Big Bands siguen siendo una parte
esencial del repertorio jazzístico, tanto en la educación musical como en la
interpretación profesional. Aunque la época dorada del swing haya quedado en el
pasado, su legado resuena en cada interpretación de los clásicos de la era de
las grandes orquestas.
 
 
 
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