Los Primeros Pasos del Blues: De la Tradición Oral al Fenómeno Comercial
Los Primeros Pasos del Blues: De la Tradición Oral al Fenómeno Comercial
El blues, una de las
piedras angulares de la música popular del siglo XX, no nació de la noche a la
mañana ni de la inspiración de un solo compositor. Su historia es una amalgama
de tradiciones orales afroamericanas, expresiones musicales comunitarias y la
posterior industrialización del sonido. En este artículo, exploramos cómo el
blues pasó de los campos de algodón y las calles del sur de los Estados Unidos
a convertirse en un género codificado y comercializado en partituras y
grabaciones.
Si bien el blues
existía como una práctica musical mucho antes de ser registrado en papel, los
primeros intentos de codificarlo en partituras datan de la primera década del
siglo XX. Uno de los primeros ejemplos documentados es I Got the Blues
(1908), de Anthony Maggio, una pieza con rasgos de ragtime pero que ya
insinuaba el fraseo melancólico del blues.
En 1912, el violinista
Hart Wand publicó The Dallas Blues, considerado por muchos como la
primera composición instrumental en llevar explícitamente el término
"blues" en su título. Ese mismo año, el compositor Franklin Seals
escribió Baby Seals Blues, una obra para vodevil que ayudó a difundir el
género en los escenarios teatrales urbanos. Estas publicaciones, aunque no
representaban aún la estructura definitiva del blues de 12 compases, sirvieron
como antesala para la explosión del género en el ámbito comercial.
William Christopher
Handy (1873-1958) es comúnmente apodado "el padre del blues", aunque
esta denominación es, cuando menos, controvertida. Handy no inventó el blues,
sino que lo adaptó, lo armonizó y lo llevó a un público más amplio a través de
la notación musical y el negocio editorial.
Músico versátil, Handy
recorrió el sur de los Estados Unidos en los primeros años del siglo XX,
absorbiendo las formas primitivas del blues que interpretaban músicos
callejeros y trabajadores rurales. Según sus memorias, en una estación de tren
de Tutwiler, Misisipi, escuchó a un guitarrista afroamericano tocar un estilo
inusual con "notas azules", lo que le sirvió de inspiración para
estructurar su propio concepto del blues.
En 1912, publicó Memphis
Blues, considerada una de las primeras partituras comerciales de blues,
aunque su estructura aún conservaba influencias del ragtime. Su verdadero
impacto llegó en 1914 con St. Louis Blues, una pieza que fusionaba el
blues con el tango y que se convirtió en un estándar internacional,
interpretado décadas más tarde por figuras como Louis Armstrong y Bessie Smith.
Handy también compuso Aunt
Hagar’s Blues (1919), donde consolidó la progresión armónica del blues
moderno. Su papel en la historia del género no radica en ser su creador, sino
en haber sido el primero en organizarlo formalmente, facilitando su difusión en
el mercado editorial y en la industria fonográfica.
Si bien los primeros
blues notados en partituras sentaron las bases para su comercialización, la
esencia del género seguía viva en la tradición oral. Durante los años 20, la
aparición de las primeras grabaciones de blues vocal, en especial las de Mamie
Smith (Crazy Blues, 1920), marcó un punto de inflexión. El blues dejó de
ser solo una tradición del sur rural y se convirtió en un fenómeno urbano,
enraizado en ciudades como Chicago y Nueva York.
Este cambio también
trajo consigo la electrificación del sonido, la incorporación de estructuras
más elaboradas y la profesionalización de los músicos de blues. Figuras como Ma
Rainey, Bessie Smith y Blind Lemon Jefferson comenzaron a definir los distintos
estilos que luego darían origen a subgéneros como el Delta blues, el blues de
Chicago y, más tarde, el rhythm & blues.
El blues es más que un
género; es un lenguaje musical que sirvió de base para el jazz, el rock and
roll y muchas otras formas de música popular. Lo que comenzó como una
manifestación cultural afroamericana en el sur profundo se convirtió en un
fenómeno global, influenciado tanto por la tradición oral como por la
estandarización comercial.
A más de un siglo de
las primeras partituras de blues, su legado sigue vigente, resonando en cada
nota de la música moderna. Desde las plantaciones de algodón hasta los clubes
de jazz de Nueva York, el blues ha demostrado ser la expresión más pura del
sentimiento humano hecho sonido.
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