Cuerdas invisibles: Mujeres guitarristas en la historia del jazz estadounidense



La historia de la guitarra en el jazz también se escribe con nombres de mujeres que, con talento y perseverancia, desafiaron los moldes de su tiempo. Antes de que la guitarra eléctrica revolucionara el lenguaje del jazz, la guitarra acústica fue esencial en las primeras formaciones del jazz tradicional, en contextos rurales, urbanos y populares. En ese mundo de jug bands, string bands y música vaudeville, algunas mujeres empezaron a destacarse:

 En primer lugar, es imposible no mencionar a Ida Presti (1924–1967). Aunque de origen francés y principalmente reconocida por su aporte a la música clásica, fue una virtuosa de la guitarra acústica cuya aproximación al instrumento como voz solista influyó en generaciones posteriores. De este modo, su legado sería recogido, especialmente, por muchas guitarristas del jazz europeo.

Por otra parte, en los años cuarenta, Georgina "Tiny" Davis y las integrantes de la International Sweethearts of Rhythm marcaron un hito. Aunque la guitarra no ocupaba el centro de la banda, la participación de guitarristas afroamericanas y latinas en esta orquesta íntegramente femenina abrió nuevas posibilidades en la escena del swing y el bebop de la posguerra. Del mismo modo, Laurie Anders, cantante y guitarrista activa en los años cuarenta y cincuenta, combinó el entretenimiento con un estilo swing. Si bien no siempre se la considera una jazzista en sentido estricto, formó parte del ecosistema musical que sostenía el género en clave popular.

Asimismo, Memphis Minnie (1897–1973) merece un lugar destacado. Aunque se la recuerda como pionera del blues, su estilo fingerpicking, su presencia en estudios como Columbia o Vocalion y su interacción con músicos de jazz de Nueva Orleans la ubican como figura clave en la transición entre el blues rural y el jazz urbano. Gracias a ello, fue una de las primeras mujeres negras en tocar la guitarra de manera profesional y con autonomía creativa.

En cuanto a Mary Osborne (1921–1992), puede afirmarse que fue la primera mujer en tener una carrera destacada como guitarrista de jazz moderno. Influenciada por Charlie Christian, tocó junto a grandes figuras como Coleman Hawkins, Art Tatum y Dizzy Gillespie. Cabe destacar que, en una época en la que una mujer solista con guitarra eléctrica era casi una rareza, Mary desbordó cualquier estereotipo con su talento.

Por su parte, Mary Lou Williams —aunque no guitarrista— desempeñó un papel esencial como impulsora de mujeres instrumentistas, incluidas guitarristas como Osborne o Marian Gange. De hecho, promovió festivales y conciertos en los que las mujeres podían tocar jazz moderno sin necesidad de rendir examen ante prejuicios de la época.

Mientras tanto, guitarristas como Mundell Lowe y Tal Farlow influenciaron a nuevas intérpretes, aunque el camino seguía siendo cuesta arriba para las mujeres. En este contexto, emergió con fuerza Emily Remler (1957–1990). Su aparición marcó un antes y un después: formada en Berklee y con influencias de Wes Montgomery y Pat Martino, dejó una huella con discos como Firefly (1981) y Catwalk (1985). Su fraseo limpio, su swing firme y su compromiso con el jazz la convirtieron en un ícono, aunque su carrera se vio truncada trágicamente a los 32 años.

Por otro lado, Leni Stern aportó una mirada innovadora, fusionando jazz, rock y world music, explorando sonidos africanos desde la guitarra y abriendo nuevos caminos en el jazz fusión. A la vez, Jean Fineberg, aunque más conocida como saxofonista, lideró proyectos donde las guitarristas mujeres ocuparon espacios centrales, como en el grupo Alive!.

En las últimas décadas, el número, la diversidad estilística y el reconocimiento de las mujeres guitarristas de jazz ha crecido de manera notable. Así, encontramos figuras como Sheryl Bailey, maestra del bebop moderno, con un fraseo elegante y una destacada labor pedagógica en Berklee; y Mimi Fox, quien, influenciada por Joe Pass y Tuck Andress, combina técnica, pasión y un compromiso activo con la educación musical.

De igual forma, Monnette Sudler (1952–2022) se convirtió en una figura central del jazz de Filadelfia, combinando free jazz, soul y poesía, mientras lideraba talleres y proyectos comunitarios que buscaban el empoderamiento femenino a través de la música.

Finalmente, el panorama actual incluye voces disruptivas como la de Mary Halvorson, quien ha redefinido el papel de la guitarra en la improvisación libre; y talentos como Camila Meza, Ava Mendoza, Jessica Ackerley, Hedvig Mollestad o Kaki King, quienes continúan ampliando el campo estético del instrumento y explorando nuevos territorios sonoros. En definitiva, estas artistas contribuyen a que la guitarra en el jazz sea hoy un espacio más diverso, creativo y abierto.

Desde las guitarras resonantes del delta hasta los solos vanguardistas de la actualidad, han demostrado que la música nace del alma, y que cuando encuentra su voz, no hay barrera que la detenga.

Por Marcelo Bettoni 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

🎷 Las Rutas del Jazz sigue creciendo 🎶

La Escuela de Nueva Orleans: improvisación colectiva

La paradoja del jazz en la era digital: entre la inmediatez y la expresión auténtica