Buddy Bolden: el silencio fundacional del jazz

 

En los umbrales del jazz, hay nombres que definen estilos, épocas o revoluciones. Y hay uno que representa el inicio mismo del género, su mito originario: Charles Joseph “Buddy” Bolden. Sin haber dejado grabación alguna, Bolden es considerado por muchos el primer gran cornetista del jazz y uno de los catalizadores fundamentales del estilo que emergía en Nueva Orleans hacia 1900. Su historia estuvo envuelta en silencios y contradicciones, permanece como uno de los enigmas más fascinantes de la historia de la música afroamericana.

Bolden nació el 6 de septiembre de 1877 en Nueva Orleans, en el seno de una comunidad afrodescendiente que vivía las tensiones de la posguerra civil, la institucionalización de la segregación racial mediante las leyes Jim Crow y, al mismo tiempo, una notable vitalidad cultural. En esta ciudad portuaria —donde confluían influencias criollas, africanas, caribeñas, francesas e inglesas— se gestaba un sincretismo musical sin precedentes.

Los "picnics" en Lincoln y Johnson Park, las festividades callejeras, las brass bands funerarias y los bailes populares constituían espacios de interacción sonora, donde se mezclaban spirituals, ragtime, danzas criollas con ritmo de habanera, y los primeros blues rurales del Delta del Mississippi. En ese contexto efervescente, Bolden forjó su estilo.

No existen registros grabados de su música, aunque persiste la leyenda de un cilindro de cera perdido alrededor de 1898. Sin embargo, las descripciones orales recopiladas por investigadores como William Russell, Frederic Ramsey Jr. y Donald M. Marquis permiten una reconstrucción estilística parcial.

Según testimonios de músicos como Bunk Johnson, Willie Cornish o Frankie Dusen, Bolden tocaba con una potencia inusitada, capaz de atravesar varias cuadras de distancia. Su fraseo era libre, emocionalmente crudo y melódicamente inventivo. A diferencia del riguroso compás binario del ragtime, su ritmo enfatizaba el segundo y cuarto tiempos, prefigurando el swing. Algunos musicólogos vinculan su toque al desarrollo del "Big Four", un patrón rítmico sincopado que tendría gran influencia en el joven Louis Armstrong.

Además, Bolden fue pionero en mezclar blues, música de iglesia y danzas populares, desdibujando las fronteras entre lo sacro y lo profano. Como señala Marquis en In Search of Buddy Bolden: First Man of Jazz (1978): “Bolden no tocaba para bailar; hacía bailar la emoción”.

De entre las piezas atribuidas a Bolden, la más referenciada es Buddy Bolden’s Blues. Su letra sobrevivió en la memoria colectiva:

“I thought I heard Buddy Bolden say / Pick it up slow and take it away.”

La versión más conocida fue grabada décadas después por Jelly Roll Morton, aunque su fidelidad al original es discutida. Más que una composición precisa, esta pieza funciona como un eco simbólico de un estilo que se perdió sin dejar huellas sonoras, pero que permanece en la imaginación colectiva como representación del jazz naciente.

A comienzos del siglo XX, la Bolden Band era una de las agrupaciones más solicitadas de Nueva Orleans. Tocaban en bailes populares, carnavales, desfiles y en el distrito prostibulario de Storyville, donde la experimentación musical era tolerada, e incluso incentivada. Entre sus integrantes figuraban Willie Cornish (trombón), Frank Lewis (clarinete), Brock Mumford (guitarra), Jimmy Johnson (bombo) y ocasionalmente Ed Garland (contrabajo), quien viviría hasta 1980.

Algunos testimonios recogidos por el Hogan Jazz Archive señalan que Bolden manipulaba su boquilla para producir un sonido más rugoso, un antecedente intuitivo de las técnicas extendidas que décadas después desarrollarían trompetistas del free jazz.

En 1906, durante los preparativos para un desfile, Bolden sufrió un colapso mental. Fue diagnosticado con "demencia precoz" —hoy atribuible a posibles cuadros de esquizofrenia no tratada, sífilis terciaria o alcoholismo crónico— y confinado al Hospital Estatal de Louisiana en Jackson, donde permaneció hasta su muerte en 1931. Desde su internación, Bolden desapareció por completo del ámbito público. La investigación sobre su vida comenzó tardíamente en los años 30, cuando muchos testigos ya habían fallecido o sus memorias eran fragmentarias.

Durante décadas, algunos investigadores plantearon la existencia de un segundo músico llamado Bolden, generando confusión. Esta hipótesis surgió a partir de registros censales y penitenciarios fragmentarios que mencionaban a individuos llamados “C. Bolden”, “Joseph Bolden” o simplemente “Bolden”, algunos sin conexión alguna con la música.

La ausencia de grabaciones, la falta de fotografías confirmadas (hasta la identificación tardía de una imagen en la década de 1970) y la superposición de recuerdos orales llevaron a interpretar erróneamente la posibilidad de dos cornetistas homónimos. No obstante, el estudio de Donald Marquis descartó esta hipótesis:

“No hay evidencia de que existiera otro músico profesional llamado Bolden que haya tenido impacto alguno en la escena musical de Nueva Orleans entre 1890 y 1910”.

La confusión fue, más bien, un reflejo de las condiciones fragmentarias de la memoria popular afroamericana bajo el racismo institucional, y del proceso de mitificación cultural posterior.

La impronta de Bolden es profundamente paradójico: fundó un lenguaje sin dejar registros directos. Su influencia resuena en la estructura rítmica del jazz, en la estética de la improvisación, y en la idea del músico como creador espontáneo. Su figura ha inspirado canciones, novelas —como Coming Through Slaughter (1976) de Michael Ondaatje—, obras teatrales y películas, como Bolden (2019), dirigida por Dan Pritzker y con música compuesta por Wynton Marsalis, quien propuso una reconstrucción imaginativa “basada en el espíritu de la época”.

Buddy Bolden es el fundador silencioso del jazz. En él confluyen la creatividad afroamericana, la tragedia de la exclusión psiquiátrica, el poder de la música oral y la dimensión mítica del origen. Su figura simboliza aquello que el jazz representa desde sus inicios: una afirmación sonora de libertad, aun cuando esa voz haya quedado perdida en el tiempo. Su influencia no está en un archivo, sino en el pulso vivo de cada improvisación sincopada que nació, sin saberlo, de su corneta invisible.

Por Marcelo Bettoni

Los contenidos y enfoques aquí presentados forman parte de una línea de investigación más amplia desarrollada en el libro Las Rutas del Jazz, de Marcelo Luis Bettoni.
Allí se abordan con mayor detalle los orígenes del jazz, sus trayectorias culturales, las transformaciones estilísticas y los protagonistas fundamentales de su historia, desde Buddy Bolden hasta el jazz del siglo XXI. Incluye QR interactivos con listas de reproducción comentadas, guías de audición y material complementario exclusivo para estudiantes, investigadores y oyentes curiosos.

 

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