El Blues: Génesis Poética, Identidad Musical y Conciencia Histórica. Parte 1

 




En los albores del siglo XX, emergió en el sur de los Estados Unidos una nueva forma de expresión artística: el blues. Más que un género musical, el blues constituyó una cosmovisión poética que plasmaba, desde una mirada introspectiva y testimonial, la experiencia afroamericana en un contexto de transición: del sistema esclavista al orden segregacionista, de la vida comunal rural al individualismo urbano, del folclore oral al mercado fonográfico.

El término blues deriva de la expresión inglesa blue devils, una metáfora de la tristeza o melancolía, ya presente en el siglo XVIII. Thomas Jefferson, por ejemplo, escribió en una carta que “a veces somos visitados por los demonios azules”, refiriéndose a estados de ánimo sombríos. Esta connotación emocional se mantuvo viva en las comunidades afroamericanas del sur, donde los sentimientos de pérdida, aislamiento, trabajo forzado y marginación encontraron una válvula de escape en una forma musical sencilla pero poderosa.

A nivel poético, el blues rompió con las estructuras convencionales de la balada popular de raíz europea (estrofas narrativas en tercera persona, generalmente en versos de cuatro líneas) y propuso una forma más subjetiva e introspectiva: una estrofa de tres versos donde el primero se repite, seguido por una respuesta o conclusión. Esta estructura AAB, cargada de repetición y variación, permitía al cantante enfatizar el dolor, la ironía o la resignación del relato:

I hate to see that evening sun go down /
I hate to see that evening sun go down /
Cause my baby, she done left this town.

Musicalmente, esta forma poética fue acompañada por una progresión armónica característica que se consolidó hacia fines del siglo XIX: el llamado twelve-bar blues, una secuencia de doce compases basada en los grados I, IV y V de la tonalidad. Este patrón —con sus múltiples variantes regionales— aportaba una base cíclica que permitía la improvisación melódica, lírica e instrumental. A través de este ciclo, el blues devino una plataforma expresiva con una alta carga de libertad formal dentro de una estructura fija.

Las raíces del blues se hallan en expresiones anteriores como los field hollers (gritos del campo), work songs (cantos de trabajo) y spirituals (cantos religiosos afroamericanos). Estas manifestaciones, transmitidas oralmente, compartían elementos como la llamada y respuesta, la flexibilidad rítmica, el uso de escalas pentatónicas, y una emotividad directa.

En el tránsito hacia el blues, uno de los factores clave fue la adopción de la guitarra como instrumento solista y de acompañamiento. A fines del siglo XIX, la guitarra se había vuelto accesible en zonas rurales gracias a la producción industrial y a su portabilidad. Los músicos del sur, en especial del delta del Misisipi, la utilizaron como medio para expandir su lenguaje expresivo: afinaciones abiertas, técnicas de slide (con cuellos de botella, cuchillos o tubos de metal), uso de bordones como bajo rítmico, y ornamentaciones melódicas sobre las cuerdas agudas dieron lugar a un nuevo estilo: el country blues.

Este estilo era interpretado, en su mayoría, por músicos solistas masculinos que se acompañaban con guitarra y cuyas letras trataban temas como el desarraigo, el amor perdido, la injusticia, la muerte o la pobreza. Figuras como Charley Patton, Blind Lemon Jefferson, Son House, y más adelante Mississippi Fred McDowell, fueron exponentes fundamentales de esta tradición.

Más allá de su forma musical, el blues encarnó un nuevo tipo de subjetividad afroamericana. A diferencia de las baladas europeas que narraban hechos externos, el blues era un discurso del "yo": una exploración del mundo interior del intérprete. Como señaló el historiador Lawrence W. Levine, el paso del sistema esclavista a la libertad formal —sin igualdad real— generó una ruptura cultural profunda. El blues reflejaba ese nuevo estado de conciencia, en el que el individuo negro debía redefinir su lugar en una sociedad hostil, y en el que la libertad se convertía en un dilema más que en una solución.

El blues, entonces, no fue solo una música melancólica o testimonial. Fue una forma de resiliencia cultural, una afirmación de humanidad ante el racismo sistémico, y también un canal de innovación artística que alimentaría otras formas musicales como el jazz, el rhythm and blues, el rock and roll y el soul.

Por Marcelo Luis Bettoni

 Referencias

  • Levine, Lawrence W. Black Culture and Black Consciousness (1977).
  • Gioia, Ted. Delta Blues (2008).
  • Evans, David. Big Road Blues: Tradition and Creativity in the Folk Blues (1982).
  • Wald, Elijah. Escaping the Delta (2004).
  • Pujol, Sergio. Jazz al Sur (2004).

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