El Jazz Vernáculo: Danza, Identidad y Resistencia Cultural
El jazz no es solo música, es un lenguaje integral que abarca movimiento, identidad cultural y resistencia. Como complemento a la información presentada en mi libro Las Rutas del Jazz, en este artículo exploramos el jazz vernáculo: una tradición dancística surgida de la diáspora africana en América, cuya influencia ha dejado una huella profunda en la cultura popular a nivel mundial. El jazz, más allá de su sonoridad, también se expresa a través del cuerpo, convirtiéndose en una forma de resistencia y afirmación cultural.
El término "jazz vernáculo" hace referencia a
los estilos de baile afroamericanos que nacieron de manera orgánica en entornos
sociales como reuniones comunitarias, clubes y salones de baile. Estos bailes
reflejan los valores esenciales del jazz como género musical: la improvisación,
la creatividad individual y, sobre todo, la conexión con el ritmo. Así, el
movimiento corporal se convierte en una extensión de la música, permitiendo que
el cuerpo hable de una manera tan libre y expresiva como lo hace el
instrumento.
Este concepto fue explorado ampliamente por Marshall y
Jean Stearns en su libro Jazz Dance: The Story of American Vernacular Dance
(1968), donde destacan que estas formas de danza nacen de las interacciones
cotidianas de las comunidades afroamericanas y reflejan sus experiencias
sociales e históricas. En este sentido, la danza no es solo un medio de
expresión artística, sino también una herramienta para narrar historias,
preservar memorias y construir identidades.
En muchas regiones de África, la danza formaba una parte
esencial de la vida cotidiana, desempeñando un papel central en rituales
religiosos y celebraciones. Según Sterling Stuckey en Slave Culture:
Nationalist Theory and the Foundations of Black America (1987), el ring
shout, una práctica en la que los participantes se movían en círculos
mientras cantaban y aplaudían, mantuvo vivas las conexiones culturales en las
Américas, incluso bajo la opresión. Esta práctica, como muchas otras formas de
danza africana, fue una forma de resistencia que permitió a las comunidades
esclavas preservar su identidad.
En paralelo, los cantos espirituales y de trabajo
establecieron un puente entre las tradiciones africanas y las estructuras
musicales occidentales, inspirando movimientos corporales que luego influirían
en los estilos de baile asociados al jazz. Uno de estos estilos fue el Cakewalk,
estudiado por Ralph Ellison en su ensayo Change the Joke and Slip the Yoke
(1958), que utilizaba movimientos exagerados para parodiar a los propietarios blancos
de las plantaciones. Este baile, cargado de sátira y crítica social, llegó a
ser tan influyente que incluso se incorporó a las danzas europeas de salón.
Los jooks, pequeños bares y espacios sociales
mencionados por Zora Neale Hurston en sus crónicas etnográficas, eran lugares
donde estilos como el Slow Drag se fusionaban con la música blues
temprana, marcando así la transición hacia formas más modernas de jazz. Estos
espacios informales de encuentro y expresión fueron esenciales en el proceso de
evolución del jazz y sus formas de baile, que continuarían transformándose con
el tiempo.
El Charleston, símbolo de los años 20, fue
popularizado gracias a Broadway y a músicos como James P. Johnson, quien
compuso la canción "The Charleston" (1923). Este baile fue
documentado en The History of Jazz Dance de Lindsay Guarino y Wendy
Oliver (2014) como un claro ejemplo de cómo la danza afroamericana redefinió
los ideales de la modernidad en Estados Unidos. A través de movimientos rápidos
y enérgicos, el Charleston rompió con las convenciones tradicionales de
la danza, reflejando el espíritu de libertad y rebeldía de la época.
El Lindy Hop, desarrollado en el Savoy Ballroom de
Harlem, también marcó un antes y un después en la historia del jazz vernáculo.
Frankie Manning, uno de sus principales exponentes, no solo popularizó los air
steps, sino que también rompió barreras raciales en los salones de baile,
creando espacios inclusivos donde la diversidad era celebrada. Estos bailes
grupales, como muchos otros mencionados, siguen siendo pilares fundamentales
dentro de la escena contemporánea del swing, manteniendo viva la esencia del
jazz vernáculo.
Además, la influencia del jazz vernáculo no se detuvo en
el pasado, sino que sigue resonando en las formas de danza moderna. Thomas F.
DeFrantz, en su obra Dancing Many Drums: Excavations in African American
Dance (2002), estudió cómo movimientos básicos del jazz, como el Boogie
Back, han dejado una huella directa en la coreografía y la cultura popular
contemporánea, especialmente en el hip hop. Así, el jazz vernáculo no solo es
un capítulo de la historia del baile, sino una tradición viva que continúa
inspirando a nuevas generaciones.
Desde los gritos circulares hasta los movimientos que
vemos en las coreografías actuales, el jazz vernáculo cuenta historias de
resistencia, creatividad y conexión. Como afirmó Frankie Manning, pionero del Lindy
Hop:
"El jazz vernáculo es un recordatorio de que bailar
no solo es moverse; es sentir, conectar y compartir un pedazo de tu alma con
los demás."
Fuentes de information
- Bettoni,
Marcelo. Las Rutas del Jazz. Ediciones
Publiquemos, 2024.
- Stearns, Marshall y Jean. Jazz Dance: The Story of
American Vernacular Dance. Da Capo Press, 1968.
- Stuckey, Sterling. Slave Culture: Nationalist Theory
and the Foundations of Black America. Oxford University Press, 1987.
- Southern, Eileen. The Music of Black Americans: A
History. W.W. Norton, 1997.
- Hurston, Zora Neale. Mules and Men. Harper
Perennial, 1935.
- Miller, Norma. Swingin’ at the Savoy: The Memoir of
a Jazz Dancer. Temple University Press, 1996.
- DeFrantz, Thomas F. Dancing Many Drums: Excavations
in African American Dance. University of Wisconsin Press, 2002.
- Monaghan, Terry. "Savoy Ballroom and the
Development of the Lindy Hop." Artículos publicados en Dance
Research Journal.
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