Summer of Soul: cuando la música hizo temblar Harlem

 



En el verano de 1969, mientras medio mundo miraba hacia Woodstock como el emblema de la contracultura y la utopía generacional, algo igual de poderoso —aunque casi olvidado por la historia oficial— sucedía en el corazón de Harlem. Durante seis fines de semana consecutivos, Mount Morris Park (hoy Marcus Garvey Park) fue escenario de una auténtica revolución sonora: el Harlem Cultural Festival. Más de 300.000 personas asistieron a este ciclo de conciertos gratuitos donde brillaron algunas de las figuras más influyentes de la música afroamericana. Stevie Wonder, Nina Simone, Mahalia Jackson, Sly & The Family Stone, Gladys Knight & the Pips, B.B. King, Max Roach, Abbey Lincoln y The 5th Dimension fueron algunos de los artistas que encendieron ese verano con su arte, su energía y su mensaje.

Sin embargo, aquel festival fue sistemáticamente ignorado. Aunque fue grabado, el material quedó archivado por más de 50 años, condenado al olvido por los medios y la industria cultural. Hasta que Ahmir “Questlove” Thompson, baterista de The Roots y curador incansable de la historia afroamericana, decidió recuperarlo. El resultado es Summer of Soul (...o, cuando la revolución no pudo ser televisada), un documental tan vibrante como necesario que marca el debut como director de Questlove y que reescribe, con justicia poética, un capítulo crucial de la historia cultural estadounidense.

Más que un archivo redescubierto, Summer of Soul es un manifiesto audiovisual. A través de imágenes inéditas, entrevistas actuales y un montaje sensible y potente, la película conecta pasado y presente, dejando en claro que las luchas por la identidad, la dignidad y la representación siguen tan vigentes como entonces. En un país marcado por el racismo estructural, la desigualdad económica y la violencia sistémica, la música no fue solo entretenimiento: fue lenguaje de resistencia.

El jazz, en particular, ocupa un lugar simbólico dentro de este relato. En las actuaciones de Nina Simone, Max Roach o Abbey Lincoln, se percibe una intensidad emocional que va más allá del virtuosismo. Cada nota, cada gesto, cada palabra en escena se transforma en un acto político. Cuando Simone canta Backlash Blues o To Be Young, Gifted and Black, lo hace desde un lugar donde arte y denuncia se funden sin pedir permiso. Lo mismo ocurre con Roach y Lincoln, figuras emblemáticas del jazz militante, que supieron hacer del escenario una trinchera.

Mientras Woodstock era cubierto por la prensa como el gran acontecimiento de la juventud blanca, el Harlem Cultural Festival quedaba fuera del encuadre. La diferencia no era solo estética o musical: era racial, social y profundamente ideológica. La contracultura negra también tenía su lenguaje, su espiritualidad, su estética, sus himnos. Solo que, como tantas veces, no fue televisada.

El documental, que recibió el Gran Premio del Jurado y el Premio del Público en Sundance, fue el primer lanzamiento de Onyx Collective —una plataforma dedicada a amplificar voces marginadas— y está disponible internacionalmente en Disney+. Pero más allá de los premios y las plataformas, Summer of Soul es una invitación a revisar la historia desde otro ángulo. A reconocer los silencios impuestos. A entender que el alma de un pueblo puede latir en un parque, en un groove, en la furia contenida de una improvisación.

Hoy, medio siglo después, este rescate se vuelve urgente. Porque recordar no es solo mirar atrás, es también reimaginar el presente. Y en ese sentido, Summer of Soul funciona como lo hace el buen jazz: improvisa con la memoria, desafía lo establecido y nos sacude el alma con belleza y verdad.

Por Marcelo Bettoni

 

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