La evolución de la armonía en el jazz: un breve recorrido desde sus orígenes hasta la contemporaneidad
La armonía en el jazz
ha sido un campo dinámico, donde convergen la tradición musical europea, la
expresividad africana y la innovación creativa de sus intérpretes. A diferencia
de la música clásica occidental, donde la evolución armónica ha sido uno de los
motores principales, en el jazz la transformación se ha dado también —y quizás
primordialmente— a través del ritmo, la textura y el timbre, aunque sin dejar
de incorporar elementos e innovaciones armónicas de la música académica, desde
sus primeras décadas.
El jazz tradicional,
con raíces en Nueva Orleans a finales del siglo XIX y principios del XX, se
fundamenta armónicamente en la tonalidad europea clásica, especialmente en las
funciones de tónica, subdominante y dominante. No obstante, este sistema se
enriquece mediante la incorporación de elementos propios del blues, como las blue
notes (terceras, quintas y séptimas menores o disminuidas), que aportan una
tensión expresiva y un colorido único.
En esta etapa, estilos
como el ragtime —ejemplificado por Maple Leaf Rag (1899) de Scott
Joplin— aportaron patrones rítmicos y progresiones tonales claras que
influyeron en la estructura del jazz primitivo. Asimismo, piezas como Tiger
Rag (1917) de la Original Dixieland Jazz Band evidencian progresiones armónicas
y repetitivas que facilitan la improvisación colectiva.
Durante las décadas de
1930 y 1940, el swing consolidó el jazz como un fenómeno masivo, y el lenguaje
armónico comenzó a enriquecerse notablemente. Arregladores y líderes como Duke
Ellington y Count Basie expandieron el uso de extensiones armónicas —séptimas,
novenas, undécimas— que añadieron color y sofisticación al sonido orquestal.
Ejemplos como Take
the “A” Train (1941) de Ellington o Sing, Sing, Sing (1937) de Benny
Goodman reflejan esta evolución, donde la armonía se combina con una estructura
rítmica bailable y atractiva.
El bebop, surgido en
la década de 1940 con figuras como Charlie Parker, Dizzy Gillespie y Thelonious
Monk, representa una transformación radical en la armonía del jazz. Esta etapa
se caracteriza por el uso intensivo de sustituciones, patrones de segundo y
quinto grado, acordes alterados y una aceleración en la velocidad de los
cambios armónicos.
Recomposiciones melódicas
y armónicas de temas como Ornithology (1946) de Parker y Donna Lee
(1947) ejemplifican esta complejidad, con líneas melódicas virtuosas que
recorren estructuras armónicas mucho más densas y exigentes que las de épocas
anteriores.
En los años 50, el
cool jazz y el hard bop diversificaron el lenguaje armónico del bebop. El cool
jazz, con músicos como Miles Davis (Boplicity, 1949) y Lennie Tristano,
utiliza armonías más relajadas y una aproximación más hacia el contrapunto,
favoreciendo texturas más complejas y sumando variados los instrumentos no tan característicos
del estilo
Por su parte, el hard
bop, representado por Art Blakey y Horace Silver, retoma elementos del blues y
el gospel, combinándolos con la sofisticación bebop para crear armonías
cargadas de emoción y fuerza, como en Moanin’ (1958).
El post-bop,
desarrollado en la década de 1960 por músicos como Miles Davis, Wayne Shorter y
Herbie Hancock, incorpora una gran libertad armónica y formal. Este estilo
integra progresiones menos predecibles, generando una ambigüedad armónica tomando
elementos del posromanticismo.
Piezas como E.S.P.
(1965) de Davis y Footprints (1966) de Shorter son paradigmas del
post-bop, donde la exploración armónica es intensa y abierta, estableciendo un
puente entre tradición y vanguardia.
El jazz modal,
ejemplificado en Kind of Blue (1959) de Miles Davis y Impressions
(1963) de John Coltrane, rompe con la estructura armónica funcional. Toma como
base acordes y progresiones para centrarse en la
exploración dentro de modos o escalas. Esto permite una mayor libertad melódica,
que no privilegian la armonía funcional sino la textura y la atmósfera.
A finales de los años
50 y en los 60, el free jazz, con figuras como Ornette Coleman y Cecil Taylor,
renunció a la armonía funcional y modal para explorar la expresión libre y
colectiva. En obras como Lonely Woman (1959) y Conquistador!
(1966), la tonalidad se disuelve, y la música se fundamenta en la interacción
inmediata, la dinámica y el timbre, generando nuevas formas de tensión y
resolución.
Desde los años 70, el
jazz ha integrado las exploraciones armónicas de sus etapas anteriores en un
lenguaje flexible y sofisticado. Músicos como Keith Jarrett (The Köln
Concert, 1975) y Pat Metheny (Bright Size Life, 1976) combinan
armonías modales, blues, impresionismo y atonalidad con virtuosismo técnico y
sensibilidad expresiva.
La historia armónica
del jazz refleja un constante diálogo entre tradición y cambio, entre raíces
culturales diversas y la búsqueda individual de libertad y expresión. Esta
evolución sigue siendo un campo abierto donde músicos continúan expandiendo los
límites sonoros y conceptuales del género.
Por Marcelo Bettoni
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